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¿Qué puedo hacer por ti ahora?

Publicado en junio 10th 2014 en Sientelavida con 0 Comentarios

Como decía en mi anterior post, nuestra sociedad teme tanto a la muerte que, cuando alguien fallece, los testimonios más habituales (y, en ocasiones, demasiado abundantes) se refieren a cuánto han sufrido quienes quedan vivos.

La otra cara de esta moneda son esas personas empáticas que quieren ayudar a quien está muriendo, pero no saben cómo. Para su propia tranquilidad, el acompañante puede contar con unas indicaciones previas, además del gran amor que demuestra por los demás. Aquí dejo un breve resumen de esas pautas y espero que ayuden a que el acompañante sepa qué puede hacer en cada momento.

El objetivo de acompañar a una persona en el trance de morir no se refiere, únicamente, a resolver situaciones de dolor físico, miedo o resolver problemas materiales, como los que vamos a revisar a continuación. Todo ello tiene un objetivo fundamental en el final de la vida: Morir con Serenidad.

En cuanto a la familia y seres queridos, son un núcleo de emociones muy intenso en ese momento y el foco central cuando el enfermo está en coma o sedado. El acompañante debe aplicar estas pautas tanto al enfermo como a sus allegados, con el objetivo primordial de alcanzar un entorno, un sentimiento común a todos, donde prevalezca la serenidad y la aceptación (no resignación) del hecho de morir.

Sigo siendo un ser humano consciente

El enfermo que atraviesa la puerta de la muerte, cuando está consciente, necesita sentir que sigue siendo un ser humano. Necesita que se le escuche sin juzgarlo, que se respeten sus decisiones, que se respete su silencio y que se le tome de la mano, si es lo único que quiere. Es importante que, en la medida en que ello sea posible, la familia comprenda que esta actitud forma parte del esfuerzo que deben hacer para ayudar a bien morir y esto también es una labor del acompañante. Su objetivo es dar soporte en todo lo que sea necesario, tanto a la familia como al enfermo. Consolar y tomar de la mano en momentos así es muy generoso, pero no es suficiente.

Las necesidades de quienes están afrontando su propia muerte pueden ser muchas y muy diferentes. Pueden estar sufriendo dolor físico; padecen el miedo a lo desconocido y, en la gran mayoría de los casos, viven con gran preocupación lo que será de los familiares que dependen de él y cómo deben repartirse sus bienes. Se trata de necesidades físicas, psicológicas, materiales y espirituales que han de gestionarse adecuadamente por el acompañante.

En estas circunstancias es muy conveniente conocer técnicas de relajación que contribuyan a controlar el dolor y la tensión, y saber cómo transmitirlas al enfermo y a quienes le rodean en ese proceso.

La labor del acompañante es hablar al enfermo desde el corazón, manteniendo una escucha activa para captar con precisión lo que necesita, sin presuponer que requiere tal o cual cosa y sin paternalismos.

Hay que estar alerta para captar la transformación que vive el enfermo. Según la doctora Kübler-Ross, en la última etapa de la vida muchas personas desarrollan una creatividad desconocida hasta ese momento. Encontrarse al final de la vida no debe ser un obstáculo para fomentarla e impulsarla y el acompañante ha de apoyarla ayudando al enfermo en lo que desee hacer: pintar, escribir, o cualquier otra actividad que su estado físico le permita realizar.

Cuando el enfermo está sedado o en coma, la labor del acompañante se ha de centrar, totalmente, en la familia y el consuelo debe darse sin falsas esperanzas, con compasión y comprensión. En cualquier caso, ante un enfermo en coma se debe hablar y actual como si estuviera consciente, con el mismo respeto y consideración.

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